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Un pastor sostendrá la mano de un latino mientras recibe la inyección letal

John Henry Ramírez, fue condenado a muerte por apuñalar 29 veces al empleado de un mercado en 2004.


Un hombre latino recibirá la inyección letal en Texas este miércoles acompañado de un pastor que, dentro de la cámara de muerte, le sostendrá la mano y rezará en voz alta durante "el momento más estresante y difícil de su vida".

El pastor Dana Moore podrá acompañar a John Henry Ramírez, condenado a muerte por apuñalar 29 veces al empleado de un mercado en 2004, luego de un pedido que llegó a la Corte Suprema y retrasó la ejecución, programada para septiembre.

Será la primera vez que Moore y Ramírez tendrán contacto físico en los cinco años que se conocen, pues solo han conversado a través del plexiglás en las múltiples visitas que el pastor ha hecho para ver a Ramírez en el corredor de la muerte.

"Nuestra sociedad sería mucho mejor si se le permitiera vivir a John", dijo Moore, aún en "negación" por la muerte inminente de quien se convirtió en su amigo y pupilo de congregación.

“¿No sería eso mejor que ejecutarlo? Si se le ejecuta el 5 de octubre, ¿estaremos realmente mucho más protegidos el 6 de octubre?”, preguntó Moore, de 59 años.

Ramírez había solicitado que su consejero espiritual estuviera a su lado durante la ejecución, le sostuviera la mano y orase en voz alta en la cámara de muerte, algo que impiden las reglas penales de Texas. La Corte Suprema dictaminó en marzo que no permitírselo violaba sus libertades religiosas.

El reo fue condenado a muerte por el asesinato de Pablo Castro en julio de 2004, padre de nueve hijos y abuelo de 14, según los registros judiciales.

"Él necesita ese amor"

Moore y Ramírez se conocieron a través de Janice Trujillo, miembro de la congregación del pastor, quien visitaba a Ramírez en la cárcel para enseñarle sobre la Biblia y conversar con él.

A lo largo de los años, Trujillo y Ramírez se enviaron cartas y, en una de ellas, le pidió unirse a la iglesia. Trujillo, para ese entonces, ya había contado la historia de Ramírez en la congregación y había dado testimonio de su acercamiento a Dios.

Fue entonces cuando Moore empezó a visitar a Ramírez en la cárcel estatal del condado de Livingston, en Texas.

"[Él] es uno de los miembros de mi iglesia", pensó entonces el pastor. "¿Por qué no voy a ir a visitarlo?"

Durante sus visitas, según contó Moore, compraban snacks de una máquina expendedora y hablaban sobre la vida, la familia de Moore y la ejecución pendiente de Ramírez.

"Allí [en la cárcel] no hay nadie que lo quiera y se preocupe por él. Yo quiero estar ahí y hacerle saber que estoy aquí para él", dijo Moore. "Y el amor es, en parte, eso".

Moore agregó que él y Ramírez suelen rezar juntos y decirse que se quieren. Su relación, dijo el pastor, "es un poco inusual, pero él necesita ese amor".

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