La fortaleza de la primera indígena nicaragüense que llegó a unas olimpiadas
Sema Nancy Ludrick tomó notoriedad cuando se convirtió en la primera indígena nicaragüense en unos Juegos Olímpicos, los de Tokio 2020. No subió al podio, pero registró la mejor marca para una centroamericana en los 64 kilogramos de la halterofilia, gracias, según le dijo a Efe, a su fortaleza física natural, pero también mental.
A sus 23 años posee la marca centroamericana en Juegos Olímpicos establecida precisamente en Tokio, con 87 kilos en arranque y 115 en envión, pero ya había destacado en los Juegos Panamericanos de Lima 2019 al ser la mejor de Centroamérica al levantar 201 kilos, lo que le dio el boleto a Tokio.
Acostumbrada a escuchar que las pesas no son un deporte para mujeres, Ludrick afirmó que es duro hacer el papel de madre, esposa y atleta de alto rendimiento a la vez, pero insistió en que la clave está en olvidarse de todo cada vez que ingresa al gimnasio para deportistas de elite en el Instituto Nicaragüense de Deportes (IND), en Managua.
"ES DURO, PERO YO SIEMPRE ESTOY ADELANTE"
"Es duro, pero yo siempre estoy adelante (para) alcanzar los Panamericanos, porque en Centroamérica soy la mejor, entonces estoy trabajando duro. No me importa (nada), cuando entro en este gimnasio, ya la mente cambia, tomo otras decisiones, mi meta es entrenar, olvido las cosas de la casa, el niño (hijo) lo tengo aquí cerca del CDI (maternal), no me preocupa mucho, lo que hago es entrenar", explicó.
La atleta no parece ser originaria hasta que habla. Su acento miskito es fácilmente reconocible en el Pacífico de Nicaragua, donde llegó siendo una adolescente pese al descontento de su padre.
"Él decía que ese es un trabajo de hombres, que no era de mujer, y también mi familia, mis hermanos me dijeron, te vas a poner como hombre", recordó.
Sus primeras medallas en Managua, donde ninguna mujer de la costa Caribe había alcanzado una, tan solo dos semanas después de haber entrado a un gimnasio, ablandó a su familia, pero no la convenció.
DIFICULTADES
Ludrick debió escaparse de su casa a Managua a los 14 años, con la complicidad de su hermano mayor, Teófilo, para lograr sus sueños, pues para entonces su entrenador ya la había convencido de que era un portento, lo que fue reforzado por un grupo de entrenadores cubanos en la capital, donde continuó ganando medallas.
Pero todo se vino abajo en 2016, cuando salió embarazada. Decidió abandonar el deporte y se trasladó a Bilwi (Región Autónoma Caribe Norte) junto con su esposo, el también levantador de pesas Orlando Vásquez Jr., para iniciar una nueva vida, ahora desde la universidad.
Con los Juegos Centroamericanos de Managua 2017 de frente, Vásquez y los cubanos la convencieron.
"Los cubanos me dijeron que las mujeres que vienen del parto vienen más fuertes, dicen que los chinos así son, que las mujeres las mandan a parir y después las meten a hacer pesas y agarran más fuerza", relató entre risas.
Con diez meses de entrenamiento y el apoyo de su esposo, un multimedallista de oro nacional y regional, ganó dos preseas de plata y una de bronce. Desde entonces no paró, ni siquiera después de Tokio. "Si pierdo dos días de entrenar es como si pierdo una semana", afirmó.
A pesar de su talento natural, atribuyó su éxito a la disciplina.
"Lo tomamos como un trabajo, desde 2017 hasta ahora, no tenemos vacaciones, por la disciplina, para llegar el éxito no hay descanso, si no entrena más duro mejora más", resaltó.
ASCENDENCIA ALEMANA
Aunque se considera una mujer totalmente indígena, Ludrick tiene ascendencia alemana. Su abuelo Germán Ludick, sin la "r", se encontraba en la comunidad de Waspam (norte), cuando llegó la revolución sandinista y decidió "quemar" su pasaporte y asumir la nacionalidad nicaragüense, más tarde acudió a un refugio de guerra en Honduras y conoció a su abuela miskita.
"Yo no conozco a algunos de mis tíos, hace poco me llamaron de Alemania, de España, me dijeron: Sobrina, yo te ando buscando. Me mandaron mensajes, me felicitaron, dijeron que me iban a apoyar, que no sabían que yo estaba entrenando pesas, una de mis primas de España dice que se motivó y está entrenando pesas, dice: Yo quiero ser como mi prima", relató.
Ahora Ludrick también quiere ir a Europa con su esposo, específicamente a París, pero no a un viaje romántico, sino a los Juegos Olímpicos de 2024. Solamente hay un problema, Nicaragua no tiene más que un cupo para los dos.
Pero el amor los ha llevado a pensar en un plan: Ella, buscará la clasificación por mérito y él irá por el cupo de invitación. Ambos se dan ánimos, y Ludrick afirma que esa es su mayor fortaleza.