ONU propone la creación de un bono contra el hambre en América Latina
América Latina necesita medidas urgentes para evitar una crisis alimentaria, afirma la ONU
El esfuerzo de dos décadas para eliminar la pobreza extrema puede perderse en cuestión de meses y millones de personas más pasarán hambre debido a la crisis del Covid-19, advierte un nuevo informe de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) y la Organización para la Alimentación y la Agricultura (FAO).
De acuerdo con las agencias, América Latina necesita medidas urgentes para evitar que la actual crisis de salud causada por el coronavirus se transforme en una crisis alimentaria.
Con la mayor caída del PIB regional en un siglo, estimada en un -5.3%, aproximadamente 16 millones de latinoamericanos caerán en la pobreza extrema hasta un total de 83,4 millones de personas, lo que hará que muchos de ellos tengan dificultades para acceder a comida.
Entre 2016 y 2018 ya había 53,7 millones de personas en inseguridad alimentaria severa en América Latina.
La secretaria ejecutiva de la Comisión, Alicia Bárcena, y el director regional de la agencia de la ONU para la alimentación, Julio Berdegué, explicaron durante una conferencia de prensa que los efectos de la crisis ya son visibles en los sistemas alimentarios: la vulnerabilidad de los trabajadores ha crecido y los precios internos de los alimentos están subiendo más que el precio de otros productos de la canasta básica, según el Índice de precios al consumidor.
Además, debido al aumento del desempleo y la caída en los ingresos, millones de personas no pueden comprar suficientes alimentos, y muchas otras están teniendo que optar por alimentos más baratos y de menor calidad nutricional.
“Vemos que hay un aumento en la posibilidad de una crisis alimentaria. Nuestra región acumula siete años de muy bajo crecimiento. A partir de 2014 ha aumentado la pobreza. Con esta crisis que será la más grande en la historia de la región, sin duda va a haber un aumento de la pobreza extrema y el hambre”, explicó Bárcenas.
“Podemos perder todo lo que hemos hecho en 20 años, y volver a donde estábamos hace 20 años en un par de meses. Millones de personas pueden caer en el hambre. Esa es la gravedad del problema actual”, agregó el director de la FAO.
El informe también expresa una fuerte preocupación por sectores de alto valor intensivos en manos de obra como el café, las flores y las frutas, así como un impacto sobre el empleo femenino en medio de la crisis. También existe un impacto adicional de los fenómenos climáticos sobre la producción agropecuaria, en particular, los productores de subsistencia y los trabajadores agrícolas.
Para las agencias, la gran tarea es impedir que la crisis actual de la pandemia se convierta en una crisis alimentaria, algo que se puede alcanzar complementando un ingreso básico de emergencia con un bono contra el hambre.
Según el informe, este bono podría materializarse en la forma de transferencias monetarias, canastas o cupones de alimentos a toda la población en situación de pobreza extrema por un período de seis meses, equivalente al 70% de la línea de pobreza extrema regional, que se sitúa en el valor de 47 dólares del año 2010.
Su costo equivaldría al 0,06% del PIB regional, si se entrega únicamente a la población en pobreza extrema mayor de 65 años, o al 0,45% del PIB si se da cobertura a toda la población en pobreza extrema. La Cepal y la FAO recomiendan la segunda opción, lo que tendría un costo estimado de 23,500 millones de dólares.
Además, proponen un incremento de al menos un 20% de la cartera promedio de créditos de los últimos tres años, que sumaría alrededor de 5,500 millones de dólares, para los productores del sistema alimentario. Adicionalmente, para las unidades agrícolas familiares más rezagadas, los expertos dicen que se necesita un kit básico de inversión de 250 dólares con un costo de 1700 millones de dólares en la escala regional.
Los funcionarios hicieron un llamado a la cooperación internacional para apoyar a los países en mayor situación de vulnerabilidad.