Hermanas sordas se abren paso en una universidad pública
El reto más grande de estas jóvenes es cursar sus carreras sin acceso a un diccionario de lenguaje de señas.
Las hermanas gemelas, Rosario y Cristiana Fonseca, son sordas a causa de una negligencia médica, padecimiento que no ha sido impedimento para desarrollarse en el plano profesional.
Ambas cursan sus estudios en una universidad pública, pero el reto más grande de su vida hasta ahora, es no tener acceso a un diccionario de lenguaje de señas para entender los términos técnicos de cada profesión.
Rosario cuenta que decidió estudiar Diseño Gráfico, ya que sueña en un futuro, a través de su profesión, desarrollar un diccionario de lenguaje de señas para su carrera.
Relata que junto a su intérprete, incluso, han tenido que inventar señas para entender el lenguaje técnico de la carrera, y estas ya han sido compartidas al coordinador de la facultad, que está elaborando un diccionario especial.
“Junto a mi intérprete yo tengo que crear mis propias señas, por eso en plena carrera descubrí que ese era un sueño, estudiar diseño gráfico y crear como un diccionario propio y también la universidad está creándonos ese diccionario, está apoyando muchas más palabras y más palabras en lenguaje de señas, para que sea fácil la comprensión y la comunicación de la persona en las distintas carreras”, comenta Rosario de 21 años de edad.
Reconoce que en un inicio era difícil ser incluida en los distintos grupos de trabajo, pero nunca se frustró y decidió demostrar con buenas notas que su discapacidad no era impedimento para ser una de las más destacadas de su carrera.
“Ahora he visto mucho interés de los que están en mi entorno, otros muchachos que ya se comunican con señas, me miran y les gusta el lenguaje, a veces me quedó sola con mis amigas sin intérprete y me comprenden”, cuenta.
En tanto, Cristiana, estudia Bioanálisis Clínico y reconoce que en un inicio no fue sencillo, puesto que en la universidad no había intérpretes, por lo que tenía que ser acompañada por su mamá, para tratar de entender cada materia.
“Ya llevó cuarto año de mi carrera, pero cuando yo ingresé era la primera vez que la universidad abría sus puertas a una persona sorda, entonces no había intérpretes para personas sordas, tenía que acompañarme todos los días mi madre en las clases, lo cual a veces era incómodo”, expresa.
Actualmente, la universidad cuenta con hasta 11 intérpretes para personas sordas, lo que cada vez hace más fácil la comunicación con maestros y compañeros de clases.
“No tenía amigos, pero poco a poco se han interesado en aprender el lenguaje de señas, han aprendido mucho los maestros, yo siempre les pido que se acerquen y pregunten al intérprete”, remarca.
La directora de la Escuela de Sordos Isaías 29:18, en Managua, Ruth Gaitán, manifiesta que son pocos los sordos que llegan a cursar una carrera universitaria por los costos que representa tener un intérprete y por el poco interés de algunos padres de familia de impulsar a sus hijos en el aprendizaje del lenguaje de señas desde los primeros años escolares.
“Si desde la etapa de primaria y secundaria no reciben esta educación del lenguaje de seña, va a pasar que cuando lleguen a la universidad solamente lo que harán es transcribir de la pizarra al cuaderno sin saber absolutamente nada, sin aprender a expresar ideas propias, sería todo robótico”, lamenta Gaitán.
A través de cursos sabatinos están preparando a padres de familia y cualquier persona interesada en el lenguaje de seña, a través del uso del diccionario nacional creado en 1998 por la Asociación Nacional de Sordos de Nicaragua (ANSNIC).
En este centre de estudios desde el 2004 a la fecha se han bachillerado unos 130 estudiantes, buena parte de ellos se han profesionalizado.
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