8 de cada 10 abusos infantiles son cometidos por alguien cercano al entorno familiar
Es crucial fomentar un ambiente de confianza en el hogar donde los niños se sientan seguros.
Según una revisión global de la Organización Panamericana de la Salud (OPS), el 58% de los niños y niñas en América Latina enfrentaron abuso físico, sexual o emocional en el último año.
Alarmantemente, en 8 de cada 10 casos de abuso sexual infantil, el agresor es una persona cercana al entorno familiar del niño o niña. Además, el 96% de los abusadores no tiene antecedentes penales relacionados con violencia sexual, según una reciente investigación de Save the Children.
En este contexto, expertos subrayan la importancia de educar a los niños desde pequeños para reconocer y comunicar cualquier situación de abuso. Enseñarles que su cuerpo es privado y que ciertas partes no deben ser tocadas o vistas sin su consentimiento es una medida fundamental para su protección.
Recomendaciones
El psicólogo Arcángel Blanco advierte sobre el daño que puede causar obligar a los niños a interactuar físicamente con adultos con quienes no se sienten cómodos.
“No se debe forzar a los niños a abrazar o besar a alguien si no lo desean, ya que esto podría debilitar su percepción de control sobre su propio cuerpo”, explicó.
Es crucial fomentar un ambiente de confianza en el hogar donde los niños se sientan seguros para expresar cualquier inquietud o experiencia. "Siempre debemos creer en lo que los niños nos dicen. Si después resulta que no era cierto, se trabaja en ello, pero nunca debemos desacreditar sus palabras al inicio", destacó el psicólogo.
Asimismo, se recomienda enseñarles a reaccionar ante situaciones de peligro: gritar, pedir ayuda y resistir si es necesario. En el ámbito digital, los padres deben supervisar las interacciones de los niños y fomentar habilidades sociales fuera del entorno cibernético.
Secuelas más allá de la niñez
El abuso infantil deja secuelas que se extienden más allá de la niñez, afectando la salud mental, emocional y social de las víctimas en su vida adulta.
Estas pueden incluir ansiedad, depresión, baja autoestima y dificultad para establecer relaciones de pareja o laborales saludables.
“Muchos adultos que fueron víctimas de abuso en su infancia desarrollan una concepción distorsionada del amor, creyendo que deben sacrificar su bienestar físico o emocional para ser aceptados”, explicó el especialista.
Además, se observa una mayor prevalencia de conductas adictivas y problemas en el ámbito familiar y social.
Para quienes han sufrido abuso, buscar apoyo psicológico y psiquiátrico es fundamental. La terapia ayuda a tratar el trauma, fortalecer la autoestima y reconstruir relaciones saludables.
Según el especialista, “la intervención debe ser integral, incluyendo a la familia, para evitar la revictimización y garantizar un entorno de apoyo sólido”.
En un panorama donde las cifras de abuso infantil son alarmantes, la prevención comienza en casa, con educación, confianza y diálogo. Estas acciones, aunque parecen simples, pueden marcar la diferencia en la vida de los niños, protegiéndolos y preparándolos para reconocer y rechazar cualquier forma de abuso.
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