¿Cómo educar en tiempos modernos y ser asertivo?
Las bases de la educación actual y antigua, vistas desde el punto de vista paterno.
Las costumbres cambian y las maneras de educar también se actualizan con el pasar de los años, las formas de enseñar de nuestros abuelos no son iguales a las actuales, eso es una realidad, pero surge la pregunta ¿es esto algo positivo o negativo?
“La educación de antes era diferente, con madres un poco más autoritarias; existían reglas que si no se cumplían llevaban una corrección y en la actualidad casi no funciona de esa manera”, asegura la especialista Isabell Córdoba, psiquiatra.
Claramente, los modelos de crianza han cambiado con el tiempo, depende de cada padre saber si ha sido uno positivo o negativo; pero indudablemente podemos decir que experimentamos una transformación global en la manera como se enseña, algunas veces siendo más comunicativos y permisivos de lo que se era antes.
Antes los límites eran más concretos, ahora se han vuelto una línea algo borrosa entre la paternidad y la amistad que ha llevado a las figuras de autoridad a algo más cercano, por medio de la comunicación asertiva lo cual no es algo necesariamente malo, siempre que no se confunda el ser asertivo con el ser permisivo.
En el marco del respeto
“Ser asertivo es saber decir las cosas en el tono adecuado y en el momento idóneo, esto ayudará a que la comunicación sea fluida y no caigamos en la agresividad o la hostilidad”, refiere Córdoba.
Pero que sepamos decir las cosas no impide que se pongan límites y se den órdenes, esto debe estar siempre presente en una crianza completa, porque se trata de conversar y dialogar cuando se lo requiera, pero también es una dinámica de autoridad que se debe respetar.
“Hay que hacer que los hijos cumplan lo que se les pide, y cuando no lo hagan, no dejarlo pasar, porque estaríamos siendo permisivos” asegura la experta.
Todo debe ser desde el marco de un mutuo y sano respeto, porque las palabras agresivas deterioran las relaciones y no generan la confianza que se debe de buscar en las interacciones padre e hijo.
Y cuando llegue el momento, también es importante ponernos en los zapatos de nuestros hijos, porque, “muchas veces como padres se nos olvida que fuimos niños”, comenta Maryuri García, psicóloga.
Todo se trata de la medida correcta de las cosas, un equilibrio que si es bien empleado puede generar tanto confianza como respeto que son las bases de una relación sana y duradera que genera una educación adecuada.