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Amores no correspondidos y el riesgo de que terminen en tragedia
La incapacidad que tienen muchos agresores para manejar el rechazo puede llevarlos a actos de violencia, dice psicólogo.
En Nicaragua se ha evidenciado un preocupante incremento de casos en los que el rechazo en relaciones sentimentales desencadena episodios de violencia extrema.
Expertos en salud mental y derecho advierten sobre la peligrosidad de ciertos comportamientos, especialmente en agresores que presentan trastornos de personalidad, y resaltan la importancia de contar con instrumentos legales adecuados para prevenir y sancionar estos hechos.
El psicólogo Renato Montealegre señala que, en ocasiones, el amor no correspondido puede evolucionar hasta convertirse en violencia letal.
“En la mente del narcisista, la mujer no tiene derecho a huir; la incapacidad para manejar el rechazo se transforma en un acto extremo de violencia, sin justificación alguna”, afirma Montealegre.
Según este especialista, muchos de estos agresores arrastran traumas y patrones de conducta que se gestan desde la infancia, lo que puede contribuir a la aparición de conductas destructivas cuando se sienten rechazados.
El especialista destaca que la violencia derivada de un rechazo sentimental no se limita únicamente a la reacción inmediata frente a una ruptura, sino que suele ser el resultado de procesos acumulativos y complejos.
Por un lado, algunos agresores presentan una estructura narcisista en la que se siente amenazada su imagen y control sobre la pareja.
Algunos factores que inciden
Factores como la exposición a ambientes violentos en la infancia, la ausencia de modelos afectivos saludables y la carencia de una adecuada educación emocional, pueden predisponer a algunos individuos a recurrir a la violencia como forma de manejar el rechazo y el conflicto.
El abogado y notario público Norman Moraga complementa esta perspectiva al explicar que, en casos de femicidio, se observan elementos de premeditación y ensañamiento en el accionar del agresor. “Aunque estas agravantes se castigan con prisión perpetua, las condenas pueden ser revisables en ciertos términos”, comenta.
Ante estos lamentables sucesos, Nicaragua ha desarrollado un cuerpo normativo destinado a proteger a las mujeres y sancionar la violencia de género.
Desde la implementación de la ley 846, que permitió la creación de juzgados especializados en violencia, hasta la aprobación de la ley integral contra la violencia hacia las mujeres (ley 779) en 2013, el país ha buscado fortalecer la respuesta institucional ante estos delitos.
La posterior reforma, introducida a través de la ley 1058, incorporó el artículo 139 relativo al parricidio, lo que ha conllevado un aumento en las penas que pueden ir de 15 a 20 o incluso de 20 a 30 años de prisión, además de la aplicación de la prisión perpetua revisable en ciertos casos.
Estos instrumentos legales, ratificados también por convenios internacionales, buscan no solo castigar a los agresores, sino también ofrecer una respuesta integral que incluya medidas de protección para las víctimas.
Algunos casos que causaron luto y dolor en Nicaragua
No obstante, tanto Moraga como Montealegre coinciden en que, si bien la ley es un pilar fundamental en la lucha contra la violencia de género, es necesario abordar también factores culturales y sociales, como el machismo y la falta de educación, en temas de igualdad y respeto.
Durante el año 2024 se registraron varios incidentes que ponen de relieve esta problemática. Entre ellos, el caso de Crisbell Massiel Matey, una estudiante de 15 años que fue asesinada a tiros por Aniel Lanzas Rivera, de 34 años, mientras se dirigía a clases en la comarca Las Quebradas, en la microrregión de Plan de Grama, municipio de Wiwilí, Jinotega.
De acuerdo con testimonios, el agresor habría actuado en represalia luego de que la hermana de la víctima decidiera terminar una relación sentimental con él.
Otro incidente de este tipo ocurrió en Managua, cuando Giovanni Alexander Fonseca Mendieta apuñaló a su ex pareja, Ericka Judith Martínez Sandoval, en el interior de la capilla del Hospital Militar Escuela Dr. Alejandro Dávila Bolaños.
La víctima, de 34 años, recibió al menos 12 puñaladas tras negarse a reanudar la relación con el agresor. Familiares de la fallecida explicaron que, a pesar de haber denunciado previamente comportamientos violentos y de contar con una orden de alejamiento, la situación no logró evitar la tragedia, dejando a dos niños en la orfandad.
En septiembre pasado, otro caso se registró en Santa María de Pantasma, Jinotega, donde Josselin Vanessa Rodríguez fue asesinada a balazos frente al centro de salud local.
Según informes, el crimen se habría producido tras el rechazo de la joven a reanudar la relación sentimental con su expareja, José Samuel Aráuz Blandón, quien le descargó nueve disparos en distintas partes del cuerpo.