Un poco más de 5 meses de haber iniciado la crisis sociopolítica en Nicaragua, los niveles de seguridad cambiaron este contexto para mal, debido a la violencia e inseguridad que se vive al transitar por las calles y avenidas del país, expresan algunos cuidados encuestados en Managua sobre el tema.

"Nuestras actividades han cambiado por completo, ya no se puede andar de noche por que aún es peligroso", comenta una ciudadana de Managua, que por temor no quiso revelar su identidad.

Esa percepción, según la investigadora en temas de Seguridad Ciudadana y expolicía, Elvira Cuadra, mientras no se desmonte la crisis a las violaciones a los derechos humanos y detenciones arbitrarias, el país podría estar viviendo una burbuja de violencia política.

"Esta no es una violencia que está vinculada con la delincuencia y la criminalidad, no es una inseguridad que está tampoco vinculada con estos fenómenos. Son más bien de carácter social vinculados con la crisis sociopolítica extendida en el país", indica Cuadra.

Durante el desarrollo de esta crisis, el país experimentó la presencia de grupos parapoliciales quienes han sembrado el temor en sus habitantes; además se les ha señalado de estar implicados en la muerte de más de 500 personas, según la Asociación Nicaragüense de Derechos Humanos (ANPDH), mientras que más de 257 personas se encuentran detenidas arbitrariamente y son considerados reos políticos.

"En primer lugar, tendría que disminuir las acciones de represión y presencia de grupos parapoliciales para dar muestras efectivas a la ciudadanía que se están respetando sus derechos" resalta Elvira Cuadra.

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¿Quiénes son los paramilitares?

El investigador y consultor en temas de seguridad y crimen organizado, Roberto Orozco, explica que en Nicaragua los grupos paramilitares “tienen una composición múltiple”, que incluye a policías activos que se visten de civil; miembros de la Juventud Sandinista, entrenados por la misma Policía en el manejo de armas, desplazamiento táctico y otras condiciones de operación, y combatientes históricos que todavía obedecen a Ortega.

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Según la misma Policía, la baja tasa de homicidios que se situaba en 7 por cada 100,000 habitantes siendo unos de los índices más bajo entre los países de la región así como los bajos niveles de robos, hurtos, asesinatos. entre otros delitos.

Con ese escenario donde Nicaragua se veía a nivel internacional como el más aseguro y menos violento permitía que el país atrajera inversión extranjera directa e incrementara la cantidad de turistas que deseaban conocer más del país.