El lenguaje de señas debería enseñarse como una asignatura en todas las escuelas, asegura experta
En Nicaragua son pocos los espacios donde los niños con discapacidad auditiva pueden desarrollar sus habilidades
Las niñas y niños sordos y con discapacidades físicas e intelectuales han encontrado en la Escuela Cristiana Isaías 29:18, un espacio para desarrollar sus habilidades, formarse académicamente y cumplir sus anhelos.
Joel Silva Calero, es un niño sordo que a través del lenguaje de señas puede comunicarse con sus amigos y hasta jugar al futbol.
“Yo de grande quiero ser piloto y trabajar conduciendo aviones”, expresó el pequeño a través del leguaje de señas.
Camila Cerda Munguía, es una adolescente con discapacidad auditiva a la que le gustaría ser una excelente secretaria profesional.
Tanto Camila como Joel, han encontrado en el lenguaje de señas, habilidades para poder estudiar y comunicarse con sus compañeros de clases.
“Me encanta comunicarme con los sordos y pienso que todos deberíamos preocuparnos por aprender este lenguaje”, expresó Kiara Meza Roa.
La Escuela Cristiana Isaías 29:18, tiene el reto de formar a los niños y niñas con discapacidad, pero también de motivar a los padres de familia a aprender el lenguaje de señas.
“Es un desafío social porque no todos dominan el lenguaje de señas, las familias no saben comunicarse con los sordos y muchos estudiantes vienen con edades avanzadas, pero tenemos un espíritu optimista para darle la oportunidad de educación y que puedan tener las mismas competencias que los estudiantes oyentes”, señaló Ruth Gaitán, directora de la Escuela Cristiana Isaías 29:18.
Según la docente Jeamileth Torres, en Nicaragua se debería establecer el lenguaje de señas como una asignatura en todos los centros educativos.
“Para mí dar clases a niños con discapacidad significa mucho a nivel personal, pero hay poca preocupación por enseñar a los niños sordos y me parece que lo más conveniente es que se establezca una cultura de enseñanza del lenguaje de señas en las escuelas”, señaló Torres.
La participación de la familia es fundamental para que la niñez con discapacidad auditiva aprenda y fortalezca sus capacidades, por eso Regina Hernández sigue de cerca la formación educativa de su hijo, Eduardo Silva.
“Me siento feliz y agradecida con Dios porque ha avanzado mucho en el lenguaje de señas. Además es muy independiente y sería bueno que haya más espacios inclusivos para los niños sordos”, resaltó Hernández.