Gustavo Adolfo Rueda, el nicaragüense que superó su discapacidad hasta convertirse en un gran pintor
Una lesión producto de un clavado lo quitó su facultad para movilizarse
Desde hace 21 años un clavado en una piscina le cambió la vida a Gustavo Adolfo Rueda Sánchez: una mala maniobra durante el clavado le ocasionó una lesión cervical que lo dejó inválido y con escasa movilidad en sus manos, sin embargo, esto no fue impedimento a la hora de convertirse en un gran artista.
A sus 57 años, Rueda demuestra que pese a su discapacidad su talento como pintor dice más que mil palabras.
“Yo decía: algún día voy a poder plasmar en un lienzo esto que miraba desde pequeño en mi pueblo (San Rafael del Sur), pero nunca se me dio la oportunidad debido al trabajo y ya cuando me accidenté tuve más tiempo. Empecé comprando pinturas acrílicas al principio no me salían tan bien, pero la fui perfeccionando con la práctica y viendo tutoriales”, expresó Gustavo.
Tras el accidente los médicos fueron sinceros y le comunicaron que su lesión era irreversible: no volvería a caminar.
"Y entonces empecé a luchar al máximo, se suponía que tendría que usar oxigeno permanentemente, pero logré respirar solo, a los tres meses se me hizo una llaga en el coxis y me hicieron cirugía”, comentó.
Reveló que hasta “tenía agua en los pulmones, no se explicaron los médicos cómo seguía vivo, pero nada gano con lamentar", subrayó.
Desde su silla de ruedas relata que, desde el primer momento, comenzó a "rebuscar" la manera de hacer el mayor número de cosas con la movilidad que le quedaba, bien con "rehabilitación bien con la imaginación".
Su energía positiva le llevó a impulsar reformas a la Ley de Personas con Discapacidad, a través de la Asociación de Personas con Discapacidad Física Motora (ADIFIM) en el año 2001 y fue directivo de la Federación de Asociaciones de Personas con Discapacidad (FECONORI).
Sobre su afición por la pintura, indicó que es como una “terapia, cada vez que uno está nervioso, triste o con problemas, en mi caso yo me pongo a pintar, y me llena de satisfacción ver una obra creada”.
Agustín Hernández Rodríguez, amigo de la familia, se ha convertido en la ayuda idónea para Gustavo cuando pinta.
“Para mí ver a alguien en una silla de rueda que pinta fue algo admirable y de ahí fui viendo sus trabajos y me fui interesando, aunque no pinto le ayudo”, resaltó Hernández.
Debido a que ya no puede ejercer como químico, la pintura se ha vuelto una de sus fuentes de ingreso.
“No es mucho lo que gano, pero me ayuda. Mis principales clientes son mis amigos que viven fuera del país la mayoría, amigos de aquí de Nicaragua y familiares que me compran o me ayudan regalándome materiales.”
Si usted está interesado en adquirir una de sus obras puede contactarlo al número 8977-9794.