Patricia Salazar, una mujer valiente que sobrevivió a un tsunami hace 30 años
Este 2022 se cumplen 30 años del tsunami que dejó a 170 personas fallecidas y miles de heridos y sin hogar. Los lugareños aún recuerdan esta trágica noche.
En las playas de El Tránsito, ubicado en del departamento de León, los habitantes y turistas admiran uno de las costas más atractivas para surfear, pescar y pasar en familia; sin embargo, detrás del sonido de las olas, se esconde una de las tragedias que ha marcado a Nicaragua por 30 años.
Según los reportes, la noche del primero de septiembre de 1992 se registró un sismo de 7.2 a 120 kilómetros de las costas del pacífico nicaragüense; y lo que parecía un movimiento telúrico normal se convirtió en una escena de pérdidas y dolor.
"Toda la gente de aquí se corrieron y esto quedó en escombros de viaje, se perdieron los votes y todos los votes los quebró porque teníamos freezer, pescando entonces todo quedó en escombros", relata un sobreviviente
"A mí me da miedo venir a la costa en la noche, a mí me da miedo venir sólito porque cuando se queda el eco en el mar la calma, porque eso fue lo que pasó, se quedó en calma y luego se te vino, fue en término de cinco minutos eso, fue rapidísimo", contó otro sobreviviente del tsunami.
Patricia Salazar, una habitante de El Tránsito en ese entonces tenía 12 años y se encontraba con su mamá en una casa particular, cuando de repente escucharon un extraño ruido que venía de la costa y que ella cataloga como “un helicóptero encima de la casa” sin saber que una inmensa ola se acercaba hacia ellos.
Mi mamá fue a entregar una ropa cerca del mar y nos quedamos viendo una novela en la casa de un hermano, cuando nosotros escuchamos un ruido del lado del cerro, pero el ruido lo escuchábamos como un helicóptero sobre la casa y cuando salimos miramos que entró la ola del mar y nos quedó hasta la cintura la ola, fueron una ola pequeña y una ola grande que fue la del tsunami, relata Patricia
En medio de la desesperación, gritos y oscuridad; Patricia giraba sin control entre agua con escombros que golpeaban constantemente su cuerpo. Ella sintió como un objeto filoso, pegó en la parte derecha de sus costillas y luego terminó en un estero a varios metros de la costa; y cuando quiso levantarse no pudo sostenerse. Lo peor estaba por venir.
"El agua nos llevaba entre un estero, entones podía sentir que pasaban alambres, bejucos, ramas y otras cosas más... y lo único que sentí fue un golpe fuerte en mi brazo derecho que pegó en mi costilla y de ahí yo no supe más... Cuando intente pararme hice dos intentos y me fui de lado... yo me pasé mi mano izquierda sobre mi brazo derecho y lo único que yo dije fue perdí mi brazo", cuenta Patricia
En medio de su angustia, Patricia miraba personas heridas; fallecidos, gente desesperada, buscando a sus hijos, esposos y hasta sus casas que había sido arrasadas por el mar tras un tsunami que, según las autoridades, barrió 250 kilómetros de playa y dejó al menos 170 muertos que en su mayoría fueron niños, 500 heridos y más de 13, 500 personas quedaron sin hogar. Logró ser llevada a un puesto de atención provisional, donde se reunió nuevamente con su madre y hermanos; quienes no terminaban el asombro de ver a Patricia sin un brazo.
Después de la tragedia, ella empezó una vida de atención médica, tratamiento psicológico y acompañamiento emocional que fue encabezado por la entonces presidenta de Nicaragua, Violeta Barrios de Chamorro, quien le obsequió una prótesis.
"A los ocho días llegó doña Violeta a verme, ella tomó carta del asunto cuando yo salí del hospital me vinieron a traer porque querían tomarme medida para una prótesis"
30 años después del tsunami, Patricia recuerda como que fuera ayer esa noche. El no tener uno de sus brazos no le ha impedido casarse, tener hijos, prepararlos profesionalmente y confiar más en ella como persona.
En una casa alejada de la costa que fue donada por el gobierno a personas afectadas por el fenómeno, Patricia ha logrado superar los obstáculos. A pesar de su condición, aprendió y se graduó de costurera, una profesión que ejerce hasta el momento y se ha convertido en su sustento de vida. Cada día ella realiza trabajos de costura, una labor que también le ha servido como fortaleza para desempeñarse.
"Yo tengo una hermana mayor que es profesora en costura, entonces me dio clases y estudié y he ejercido mi trabajo porque ese es mi trabajo ahora ser costurera, anteriormente yo crie a mis hijas de lavado y planchado", cuenta Patricia sentada en su máquina de coser.
Como cualquier otra mujer, ella realiza este trabajo con esmero; hace las limpiezas del hogar y ha logrado que en su hogar no falte lo necesario. Muchas veces pide perdón a Dios, porque en algún momento de su vida se ha lamentado de cómo el tsunami le cambió la vida para siempre.
Otros momentos difíciles que ha pasado ella es la ausencia de su mamá, quién falleció y era su mano derecha que le ayudaba a vestirse, peinarse y le brindaba apoyo moral en los momentos de angustia. Además, sufrió la pérdida de uno de sus hermanos, quien decidió suicidarse. Ambos episodios para ella fue como una ola que la golpeó emocionalmente.
"Mi mamá ya tiene 23 años cumplidos que falleció, para mí fue duro, fue difícil volver a empezar de nuevo sola, porque así lo sentí, sin mi madre, con una hija de dos años y seguir para adelante... Ya tenia 19 años pero me sentía sola con una hija tenia que luchar, seguir adelante", relata Patricia
A sus 44 años de edad, hoy Patricia Salazar ha logrado vencer las afectaciones físicas y emocionales que le dejó el tsunami de 1992, en su hogar se respira tranquilidad; y a pesar de que se escucha el rugido del mar en la noche, duerme con la esperanza que nunca más se repetirá una tragedia como esa.
"Solo Dios es el que me ha dado la fuerza y me ha ayudado salir adelante... crie a tres hijas, le di estudio, les di lo que pude, las saqué adelante y aquí estoy yo siempre, trabajando porque hoy mi trabajo es ser costurera" finalizó Patricia Salazar.