Violencia obstétrica, otra forma de violencia contra las mujeres


La atención deshumanizada que puede ejercer el personal de salud hacia las mujeres embarazadas antes y después del parto, se considera una violación de sus derechos humanos y una forma de violencia que es más común de lo que se cree.

Aunque de manera cotidiana muchas mujeres embarazadas suelen tener malas experiencias al asistir a consulta, al hospital, o bien ante una partera, la mayoría desconoce que esta mala calidad en la atención por parte del personal de salud puede ser considerada como violencia obstétrica, un término que para la mayoría de la población hasta puede resultar desconocido.

Claudia Silva, especialista en ginecología, explica que existen varias formas en las que se puede manifestar la violencia obstétrica, que pueden ser desde el maltrato físico, verbal y psicológico, hasta impedirle a la paciente que un familiar la acompañe durante el parto.

Silva manifestó que una de las formas de violencia obstétrica más comunes es cuando a una mujer no se le permite decidir de qué manera quiere dar a luz.

A pesar de estar capacitados para atender a una paciente en diferentes posturas para dar a la luz, la rutina que suelen aplicar la mayoría de médicos es el alumbramiento sobre una camilla o silla de parto.

“Se dice que nosotros como mujeres podemos escoger la posición en que nosotros queremos dar a luz. Si nosotras queremos dar a luz al bebe de cuclillas. No es exigido que yo como mujer embarazada deba parir en este caso en una cama acostada, si de esa manera yo siento que no estoy bien y me siendo incluso con más dolor, puedo decidir no parir de esta manera, sino puedo hacerlo de pie si yo quisiera, puedo hacerlo de cuclillas o lo puedo hacer acostada si esa posición a mi me favorece”, manifestó Silva.

Otra forma en la que se violentan los derechos de las mujeres embarazadas es cuando se realizan partos por cesáreas forzosas, cuando bien pueden hacerse de forma natural, o cuando se le suministran medicamentos no necesarios, por ejemplo para acelerar el parto sin ningún criterio y justificación medica.

Silva expresó que “hay una ley que dice que si tuviste una cesárea, podes parir (de forma natural en el siguiente embarazo) pero con la condición de que ambos, tanto el personal de salud y la paciente estén de acuerdo”.

La realización de episiotomías o la incisión que se hace entre la abertura vaginal y el ano para ayudar a la expulsión más rápida del bebé cuando su salida de está dificultando, debe ser sólo en casos sumamente necesarios, pues cuando se practica sin criterio médico se considera violencia obstétrica.

Colocar la T de cobre tras el parto, no suministrar medicamentos para aliviar el dolor, o suministrar cualquier otro método de planificación a la paciente sin su autorización también es otra forma de violencia obstétrica.

El uso de instrumental como los fórceps para culminar el parto vaginal, ocultar información a la paciente sobre su estado y el de su bebé así como no permitirle tener contacto físico con el recién nacido, el uso de lenguaje irrepetuoso y grosero, recibir críticas, burlas y humillaciones por parte del personal de salud, también se considera violencia.

Silva expresó que este tipo de violencia también la puede ejercer cualquier ciudadano, por ejemplo cuando en las unidades de transporte los usuarios no respetan las sillas especiales designadas para el uso exclusivo de mujeres embarazadas.

Aunque Nicaragua cuenta con la Ley 779, Ley Integral Contra la Violencia hacia la Mujer, hace falta se incluya en dicha normativa la violencia obstétrica pues hasta ahora la ley solo reconoce la violencia institucional, que si bien en ella podría incluirse la violencia obstétrica, no logra visibilizar esta problemática de manera específica.