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Impacto psicológico de la lactancia materna, tanto en el bebé como la madre

La forma de alimentación desempeña un papel fundamental en el desarrollo emocional y social del niño.


La lactancia materna es una fase fundamental para la salud y el bienestar tanto del bebé como de la madre, ya que durante esta etapa se proporcionan todos los nutrientes necesarios y anticuerpos que el recién nacido necesita para un crecimiento saludable y una protección óptima contra infecciones.

Con el fin de crear conciencia y estimular la acción sobre temas relacionados con esta práctica, cada año, en la primera semana de agosto, se celebra la Semana de la Lactancia Materna, fundamental para destacar no solo los beneficios físicos, sino también el profundo impacto psicológico sobre lo que implica amamantar.

Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), en 2020, solo el 44% de los bebés menores de seis meses fueron alimentados exclusivamente con leche materna a nivel mundial.

Recomendaciones de la OMS

Por lo tanto, esta organización internacional sanitaria, recomienda la lactancia materna exclusiva durante los primeros seis meses de vida, ya que esta podría prevenir aproximadamente el 13% de todas las muertes de niños menores de cinco años, en países en desarrollo.

Y es que, sin duda alguna, la lactancia materna fomenta una conexión emocional fuerte entre la madre y el bebé. Este contacto cercano y frecuente promueve el desarrollo de un apego seguro, lo cual es necesario para el bienestar emocional del niño a largo plazo.

Un apego seguro ayuda a los niños a sentirse protegidos y amados, proporcionando una base sólida para sus futuras relaciones interpersonales o con la persona que decidan establecerse como pareja, no crean vínculos evitativos o ansiosos”, afirma Maykelin Sotelo, especialista en psicología.

Así mismo, la proximidad y el contacto piel a piel durante la lactancia ayudan a regular el sistema nervioso del bebé, reduciendo el estrés y promoviendo un sentimiento de calma y seguridad.

Esto contribuye a un desarrollo emocional saludable, facilitando la capacidad del niño para gestionar emociones y situaciones estresantes en el futuro.

“Hay estudios que demuestran que los bebés que fueron expuestos por más de 20 minutos continuos y que su llanto no fue atendido son adultos que presentan a futuro problemas de desregulación emocional o problemas de ira”, resalta Sotelo.

De lo contrario, los bebés amamantados muestran una mejor respuesta al estrés debido a la producción de oxitocina, la llamada "hormona del amor", que se libera durante la lactancia.

Esta hormona tiene un efecto calmante tanto en la madre como en el bebé, reduciendo la ansiedad y promoviendo sentimientos de bienestar.

Varios estudios sugieren que esta práctica puede reducir el riesgo de depresión postparto. El acto de amamantar y la conexión emocional que se establece con el bebé pueden tener un efecto protector contra el desarrollo de síntomas depresivos.

También facilita la comunicación no verbal entre la madre y el bebé, promoviendo una relación cercana y receptiva.

La conexión entre parejas a través de la lactancia

Si bien, el amamantamiento es reconocida por sus beneficios nutricionales y de salud para el bebé, así como por sus efectos positivos en la salud de la madre, un aspecto menos discutido, pero igualmente importante es cómo la lactancia materna puede fortalecer la conexión y la relación entre parejas.

Por ello, es esencial destacar cómo esta práctica no solo beneficia al bebé y a la madre, sino que también puede mejorar la dinámica familiar y el vínculo entre los padres.

Para la especialista la lactancia materna puede fomentar una mayor colaboración y apoyo mutuo entre los padres. El papel del padre o pareja no lactante es crucial en el éxito de la lactancia materna, proporcionando apoyo emocional, ayudando con las tareas domésticas y cuidando al bebé.

Este trabajo en equipo puede fortalecer la relación y crear un ambiente de colaboración y comprensión.

Puede abrir canales de comunicación entre la pareja. Discutir y planificar aspectos relacionados con la alimentación del bebé, como horarios de alimentación y manejo de posibles desafíos, requiere un diálogo constante. Esta comunicación puede mejorar la relación, haciendo que ambos se sientan más conectados y comprometidos con el bienestar de su hijo”, destaca la experta.

¿Cómo hacer más llevadero este proceso?

Según la experta se debe marcar límites y alejarse de esas personas que estén juzgando o criticando tu proceso. Así como buscar a los especialistas para poder crear una red de apoyo de personas que quizás han vivido la misma experiencia.

En el caso de las parejas siempre tienen que estar con una actitud comprensiva, practicar la escucha activa, no adoptar una postura de crítica, sino de apoyo.

“Esta etapa ya en sí es bastante compleja, la mujer se somete a muchos cambios en su cuerpo, y a nivel mental enfrenta muchos desafíos y mucho más para las mamás primerizas. Por lo tanto, debemos de ser amables con nuestro cuerpo y mente, entender que es un proceso de cambio, no escuchar críticas y darle tiempo a nuestro cuerpo para que esto suceda de manera natural y no forzarlo. Y, sobre todo, contar con la ayuda de tu pareja durante esta etapa”.

Según estudios que se han realizado para que la mujer se recupere de todos estos procesos al menos son tres años, por eso es recomendable volver a embarazarse después de ese lapso de tiempo para que el cuerpo y mente logre nuevamente ese ajuste.

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