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El acné en la adolescencia: más allá de la piel, un desafío emocional

Esta problemática requiere de apoyo emocional que permita a los jóvenes enfrentar las repercusiones en su autoestima.


El acné es una de las afecciones cutáneas más comunes en la adolescencia, afectando aproximadamente al 80% de los jóvenes en algún momento de esta etapa. Sin embargo, sus repercusiones van más allá de lo físico, ya que sus efectos psicológicos pueden ser profundos y duraderos.

Durante la adolescencia, la imagen corporal y la aceptación social son aspectos clave para el desarrollo personal. La aparición del acné en esta fase, especialmente en áreas visibles como el rostro, puede generar sentimientos de inseguridad, vergüenza y baja autoestima.

Los adolescentes suelen verse presionados por estándares de belleza que exaltan la piel perfecta, lo que provoca una autoimagen negativa cuando no se cumplen estas expectativas.

“En la adolescencia es cuando se da la construcción de nuestra identidad como seres humanos. El tema de las críticas sociales, la aceptación social juega un rol importantísimo, podríamos decir que el 80% de nuestra autoconfianza, seguridad y autoestima se compone de la aceptación social”, afirma Ana Rodríguez, psicóloga y terapeuta.

Principales efectos psicológicos

A nivel psicológico comienza a instaurarse creencias negativas que nos hace sentir culpables e inseguros, surgen muchas emociones que conllevan al malestar psicológico.

Según la experta “cuando el malestar psicológico y emocional prevalece varios meses, nos lleva a lo que se llama agotamiento emocional y físico, lo que puede detonar episodios de ansiedad, depresión moderada, ataque de pánico. Ya a niveles mucho más complejos hasta pueden aparecer ideas y pensamientos suicidas”.

Impacto académico y en actividades cotidianas

Los adolescentes con acné severo suelen sentirse menos atractivos, lo que afecta directamente su confianza en sí mismos. La comparación constante con amigos o figuras públicas en redes sociales puede agravar este sentimiento.

Así mismo, el temor al juicio o la burla por su apariencia puede llevar a los adolescentes a evitar situaciones sociales. Pueden sentir que el acné es lo primero que las personas notan de ellos, lo que aumenta su ansiedad en interacciones sociales.

Algunos adolescentes optan por retraerse y limitar su vida social debido a la vergüenza o inseguridad que les genera el acné. Este aislamiento puede desencadenar sentimientos de soledad y aumentar el riesgo de depresión.

El estrés emocional que produce este problema puede afectar el rendimiento académico y la participación en actividades extracurriculares. La falta de concentración, el deseo de pasar desapercibido y la autoexclusión son algunas de las consecuencias.

La importancia del apoyo psicológico

Si bien el tratamiento médico del acné es fundamental, también es clave el apoyo emocional. Escuchar y validar los sentimientos del adolescente puede ayudarles a manejar mejor la situación.

En algunos casos, la intervención de un psicólogo o consejero puede ser necesaria para abordar problemas de autoestima o ansiedad.

A nivel psicológico el rodearse de personas que no juzguen, critican y juntarse con quien da un apoyo es indispensable. Para Rodríguez el escribir es necesario “tomar un diario para plasmar cómo me siento es fundamental respondiéndonos a las siguientes preguntas: ¿cuáles son las emociones que estoy sintiendo hoy? ¿qué necesita mi cuerpo para sentirse bien?”.

El acné es un desafío transitorio para muchos adolescentes, pero sus efectos psicológicos pueden dejar huellas duraderas si no se abordan a tiempo.

Por ello, es esencial un enfoque integral que contemple tanto el cuidado de la piel como el bienestar emocional del joven. El no sentirse solo puede disminuir los cuadros de ansiedad o afectaciones.

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