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Personas con esquizofrenia pueden llevar una vida funcional

Esta condición es el resultado de una compleja interacción de factores biológicos, genéticos y ambientales.


La esquizofrenia es un trastorno mental crónico y grave que afecta cómo una persona piensa, siente y se comporta. Es el resultado de una compleja interacción de factores biológicos, genéticos y ambientales.

Aunque se sabe que tiene una base genética, no es una enfermedad hereditaria en el sentido estricto. Las investigaciones han identificado desequilibrios en ciertos neurotransmisores, como la dopamina, que juegan un papel clave en la aparición de los síntomas.

Pese a ser un diagnóstico temido por el estigma social y la desinformación, es importante comprender que la esquizofrenia “es una condición tratable, y muchas personas que la padecen pueden llevar una vida funcional con el tratamiento adecuado”, destaca el Dr. Edgard Argüello, neuropsiquiatra.

Para el especialista, los factores ambientales, como el estrés extremo o el uso de sustancias psicoactivas, también pueden contribuir al desarrollo de la enfermedad en individuos predispuestos.

Síntomas presentes

Los síntomas de la esquizofrenia se dividen en tres categorías principales: Primero, en síntomas positivos que son aquellos que no están presentes en las personas sanas y que implican una distorsión o exageración de la realidad, tales como alucinaciones (ver u oír cosas que no existen), delirios (creencias falsas o irracionales) y trastornos del pensamiento.

Estos síntomas suelen ser los más notorios, afirma Argüello. Luego aparecen los síntomas negativos, los cuales representan una disminución de las capacidades normales.

Las personas con esquizofrenia pueden tener dificultad para experimentar placer, carecer de motivación o tener problemas con la expresión emocional. Y, por último, los síntomas cognitivos que incluyen problemas en la memoria, atención y habilidades para tomar decisiones.

Relación entre el autismo y la esquizofrenia

Aunque el autismo y la esquizofrenia son trastornos distintos, ambos comparten ciertas similitudes y, en algunas ocasiones, pueden coexistir en un mismo individuo.

Hay predisposición genética y alteraciones de áreas estructurales. “Hasta un 25 % el paciente que debuta con autismo es muy probable que desarrolle esquizofrenia”, recalca el médico.

Históricamente, antes de que el autismo fuera reconocido como un trastorno separado, solía confundirse con esquizofrenia infantil debido a algunos síntomas compartidos, como el aislamiento social y las dificultades en la comunicación, déficits cognitivos y bases genéticas compartidas.

En algunos casos, es posible que una persona presente tanto autismo como esquizofrenia, una situación conocida como "comorbilidad". Sin embargo, esto es relativamente raro y plantea desafíos importantes en el tratamiento, ya que cada trastorno requiere enfoques terapéuticos diferentes.

Las personas con autismo que desarrollan esquizofrenia pueden tener un mayor riesgo de retraimiento social y episodios psicóticos, lo que puede complicar su calidad de vida.

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