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Síndrome de las piernas inquietas, ¿a qué se debe?

Las mujeres tienen un mayor riesgo de desarrollarlo que los hombres, dicen expertos.


El Síndrome de Piernas Inquietas (SPI), también conocido como enfermedad de Willis-Ekbom, es un trastorno neurológico caracterizado por una necesidad incontrolable de mover las piernas “caracterizado por la aparición una sensación molesta como hormigueo o picor, no dolorosa, pero que, si obliga a la movilización de las mismas”, destaca el Dr. Adrián Coulson, médico neurólogo internista.

Las personas que padecen este síndrome sienten una necesidad irresistible de mover las piernas para aliviar la sensación desagradable. Suele ocurrir por la tarde o la noche cuando estás sentado o recostado.

Las causas exactas no se conocen por completo destaca el especialista, pero se ha asociado con desequilibrios en los niveles de dopamina en el cerebro, un neurotransmisor que juega un papel clave en el control del movimiento.

También enfatiza que algunos factores de riesgos que pueden influir es la genética “aproximadamente el 40-60% de los casos tienen un componente hereditario”. Así mismo, las enfermedades crónicas como insuficiencia renal, la diabetes y el párkinson.

Este síndrome puede conllevar a riesgo cardiovascular y se manifiesta a través de una serie de signos distintivos tales como la urgencia de movimiento especialmente en reposo, los síntomas tienden a intensificarse durante la tarde y noche, por lo que caminar, estirarse o mover las piernas proporciona un alivio momentáneo.

Afecta más a las mujeres

Las mujeres tienen un mayor riesgo de desarrollar SPI que los hombres. “Esto puede estar relacionado con cambios hormonales durante el embarazo y la menopausia, así como la deficiencia de hierro que generalmente es menor que los varones”, resalta Coulson.

Sin embargo, la mujer embarazada es la mas susceptible. Este padecimiento es más común durante el embarazo, especialmente en el tercer trimestre. Los síntomas suelen desaparecer después del parto, pero pueden volver en futuros embarazos.

El SPI no solo afecta el sueño, sino también el bienestar emocional y social de los pacientes. La falta de descanso puede llevar a depresión, ansiedad y problemas de concentración, creando un círculo vicioso que exacerba la condición.

Por tanto, mantener horarios regulares de sueño, evitar la cafeína, el alcohol y el tabaco, y practicar ejercicio moderado pueden ser útiles para ciertos pacientes.