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Pediatra recomienda loncheras nutritivas para el regreso a clases: ¡Ni galletas, ni jugos!

Es una necesidad urgente para garantizar el desarrollo físico y mental de los más pequeños.


El regreso a clases no solo significa mochilas nuevas y útiles escolares, sino también un compromiso con la salud y el bienestar de los niños. Una merienda nutritiva puede ser la diferencia entre un día lleno de energía y aprendizaje o uno plagado de distracciones y fatiga.

Dejar fuera galletas, jugos azucarados y comida chatarra no es una recomendación superficial, sino una necesidad urgente para garantizar el desarrollo físico y mental de los más pequeños, según el pediatra neonatólogo Dr. Juan Zapata.

“La merienda escolar no debe tomarse a la ligera”, enfatiza el especialista. Este refrigerio diario representa alrededor del 10% de las calorías necesarias para un niño, pero más allá de las cifras, es una herramienta clave para formar hábitos saludables.

Recomendaciones

Zapata sugiere que las loncheras incluyan frutas frescas, vegetales, legumbres, proteínas como queso, yogures naturales, y siempre agua en lugar de bebidas azucaradas.

Según él, esta última decisión es vital, ya que el agua no solo hidrata, sino que también evita los picos de azúcar que generan cansancio y afectan la concentración en clase.

Uno de los errores más comunes que señala el pediatra es la costumbre de “salir del paso” con alimentos rápidos y procesados.

“Muchos padres optan por chucherías y jugos azucarados, sin considerar que están perjudicando la salud de sus hijos. Estas decisiones no solo afectan su nutrición, sino que pueden generar problemas como obesidad, diabetes y enfermedades cardiovasculares en el futuro”, explica.

El especialista hace un llamado a personalizar las loncheras según la edad y las necesidades del niño. Por ejemplo, los niños menores de 5 años necesitan opciones que incluyan lácteos, frutas y verduras en porciones pequeñas, mientras que los niños mayores pueden consumir frutos secos y combinaciones más variadas que les proporcionen energía para afrontar jornadas escolares más largas.

Pero una alimentación adecuada no es el único paso hacia el bienestar infantil. El especialista también subraya la importancia de los chequeos médicos regulares al inicio del ciclo escolar.

Aconsejan que los niños visiten al pediatra al menos dos veces al año para evaluar su peso, talla y estado general de salud. Estas consultas permiten detectar condiciones como desnutrición, obesidad o déficits nutricionales que podrían pasar desapercibidos.

“Un niño que no duerme bien, que se muestra irritable o que no logra concentrarse en clase podría estar enfrentando problemas relacionados con su alimentación o salud en general. Estos signos no siempre son evidentes, pero los chequeos médicos pueden ayudarnos a identificar y tratar a tiempo cualquier situación”, asegura.

Asimismo, en algunos casos, es necesario realizar análisis de laboratorio para evaluar déficits bioquímicos que no se reflejan en el peso o la apariencia física. Estas pruebas pueden revelar carencias de vitaminas, minerales o incluso desequilibrios metabólicos que, de no tratarse, afectarían el rendimiento escolar y el desarrollo integral del niño.

El regreso a clases es una oportunidad para establecer hábitos que impacten de manera positiva la vida de los niños. Una lonchera nutritiva y visitas periódicas al médico no solo mejoran su rendimiento escolar, sino que también construyen bases sólidas para su futuro.

Zapata concluye con un consejo para los padres: “Recuerden que cada decisión cuenta. Alimentar a un niño no es solo un acto diario, es una inversión en su salud y en el adulto que será mañana”.

Con estas recomendaciones, el inicio del ciclo escolar puede convertirse en el punto de partida para un cambio significativo en el estilo de vida de las familias, poniendo la salud de los niños como una prioridad absoluta.