La depresión en adolescentes: un riesgo para su desarrollo y aprendizaje
Este trastorno es frecuente en jóvenes de entre 14 y 28 años, con consecuencias como el aislamiento social.
La depresión en adolescentes es un problema de salud mental que afecta diversas áreas de su vida, incluyendo el rendimiento académico. Más allá de un estado de tristeza, este trastorno implica alteraciones químicas en el cerebro que influyen en el comportamiento y la percepción de la realidad.
Uno de los mitos más comunes es creer que la depresión desaparece por sí sola o que basta con "echarle ganas" para superarla. En realidad, requiere un enfoque multidimensional que involucre apoyo emocional, cambios en la rutina y, en algunos casos, intervención profesional, según el psicólogo Roberto Ordóñez.
Otro aspecto erróneo es pensar que la depresión solo afecta a adultos. Según la Organización Mundial de la Salud, este trastorno es frecuente en jóvenes de entre 14 y 28 años, con consecuencias que pueden ir desde el aislamiento social hasta pensamientos suicidas.
En el ámbito académico, los adolescentes deprimidos pueden experimentar una disminución en su motivación, procrastinación y bajo desempeño en tareas, incluso cuando han demostrado capacidad intelectual. También pueden manifestar cambios repentinos en su comportamiento, como irritabilidad o evasión a través del humor excesivo.
En el aula, los docentes juegan un papel fundamental en la identificación de señales de alerta. Cambios bruscos en la actitud, desinterés en la interacción social y falta de compromiso con las actividades pueden indicar una lucha interna. Frente a estos signos, es crucial que los educadores fomenten espacios de diálogo sin forzar la participación. Generar un ambiente de confianza y comprensión puede facilitar que los estudiantes expresen sus emociones y reciban el apoyo necesario, de acuerdo a la pedagoga Alba Luz Jardín.
Para los padres, la clave está en la observación y la comunicación. Si un hijo muestra alteraciones en su conducta habitual, es esencial abrir un canal de conversación sin juzgar ni minimizar sus emociones. Crear un entorno seguro donde los adolescentes sientan la confianza de compartir sus inquietudes es una de las estrategias más efectivas para prevenir complicaciones mayores.